El abuelo Orlando
El abuelo Orlando era un hombre de costumbres y cuando llegaba el 22 de diciembre, dejaba todos sus quehaceres diarios para escuchar en la vieja radio el sorteo de la lotería de Navidad, apuntaba uno a uno todos los números de los premios importantes en un papel que había dejado preparado, junto a un lapicero, la noche anterior. Cuando terminaba el sorteo se vestía con su traje de los domingos y cubría su cabeza con un sombrero de ala ancha, ese que lucia solo en las grandes ocasiones. Entonces salía de casa con varios sobres, en los que previamente había depositado algo de dinero y visitaba una a una las casas de cada uno de sus hijos, para dar el aguinaldo a todos los nietos. Hasta que el abuelo no nos daba aquel sobre no éramos conscientes de que la Navidad estaba más cerca que lejos. Ese mismo día, por la tarde, la abuela Clara preparaba merienda en casa y entre todos colocábamos el árbol de Navidad y el portal de Belén. Yo, la más pequeña de todos, era la encargada de poner la e